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julio 18, 2005

Opinión | De filias y de fobias • Mario Contreras Acevedo

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define a la palabra filia como una terminación de algunas voces que significa afinidad, tendencia y normalmente se utiliza al final de un sustantivo para representar inclinación, amistad o simpatía; y por ejemplo canófilo: amigo de los canes o perros.
También se define a fobia como un miedo angustioso, aversión a algo, por ejemplo hidrofobia que significa miedo al agua y que se usa para designar a los animales con la enfermedad de la rabia ya que tienen temor al agua.
En esta ocasión trataré el caso de una filia y de una fobia relacionadas con la conducta de los ciudadanos y con la forma en que distribuyen el tiempo.
Llamaré cotorreófilia a la conducta de las personas que disponen de tiempo y que les encanta disfrutar del placer de pasar el tiempo platicando con otras personas acerca de cualquier tema ya sea en la puerta de su casa, en un café, en un parque o en una oficina.
Por el contrario llamaré impuntualfobia a la conducta de las personas que tienen en muy alto valor cada minuto de su tiempo y lo distribuyen con precisión y tratan de ajustarse a esa distribución y se molestan cuando se ve alterada y sostienen que no les gusta perder el tiempo.
Normalmente, los cotorreofílicos son aquellos cuyo trabajo, ocupación o actividad no están reglamentados en cuanto a horarios de entrada y de salida.
Por el contrario los impuntualfóbicos son normalmente los que ya se habituaron a trabajar en base a un horario y en el caso de nuestros paisanos son aquellos que han vivido bastante tiempo en EU y que han adquirido el hábito de la puntualidad que caracteriza a los habitantes de los países desarrollados. Allá toda actividad tiene un horario: sharp, o´clock, o sea en punto.
Aquí en Jalpa, aparentemente no tiene mucha trascendencia ser cotorreofílico o impuntualfóbico sin embargo poco a poco va siendo cada vez más importante, fundamentalmente en el ámbito del gobierno y de la política.
Así pues si un funcionario cotorreofílico recibe en audiencia a un ciudadano que también sea igual, seguramente estarán felices platicando y pasando el tiempo disfrutando el cotorreo pero puede ser que en la antesala estén esperando varios ciudadanos impuntualfóbicos que no quieran estar perdiendo su tiempo con el consiguiente enojo y desesperación.
Entonces, entre más elevado sea el cargo del funcionario o gobernante, mayor importancia debe de darle a la distribución del tiempo disponible para atender a los ciudadanos tomando en cuenta que esta distribución va en relación inversa; esto es, que entre menos se tarde en el cotorreo con una persona podrá atender a más personas puntuales.
Caso especial es el de los maestros, expositores o conferencistas que saben que tienen un tiempo establecido de antemano para desarrollar su presentación y al estar ante su auditorio no respetan el tiempo y disfrutan alargando su exposición sin importarles ni cansancio ni compromisos de su auditorio, ni el de los expositores que le siguen después de ellos, lo que altera o modifica todo el programa y lo que es más grave: al iniciar su exposición normalmente el cotorreofilico siempre comienza diciendo solemnemente en forma de advertencia: “Por respeto a su tiempo voy a ser muy breve” y resulta todo lo contrario. Tal y como dijera el famosísimo cantante Juan Gabriel, “pero qué necesidad...”
Hacer esperar al ciudadano en la antesala y llegar tarde a un evento era un distintivo ubicado en lo más profundo del comportamiento de los gobernantes del régimen anterior, que lo consideraban como una de las más excelsas manifestaciones del poder ya que afirmaban “si quieren verme, que me esperen”.
Sin embargo, tomar en cuenta las preferencias en cuanto a la distribución del tiempo de los demás en la época de elecciones presidenciales será fundamental para que cada equipo de campaña de cada precandidato lo considere; ya que uno de los cambios que está teniendo la ciudadanía es la de que cada vez a más ciudadanos les gusta menos perder el tiempo pero desafortunadamente la mayoría de los precandidatos y sus equipos de campaña parecen ir en sentido contrario.
El equipo de campaña y precandidato que respete el tiempo de los ciudadanos recibirá más muestras de simpatía de las que nos imaginemos.

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