Blog Jalpa

Las noticias y el debate de la vida pública de Jalpa, Zacatecas, México

junio 23, 2005

Opinión | Propongo discutir • Francisco Barradas

Vida pública son las hazañas de un equipo de futbol. Los escándalos de una actricita. Un resfrío del Papa. Los besos de Marta a Vicente; aunque la señora se moleste porque del beso frente a la catedral de San Pedro la prensa pasó a revelar las quejas que puso contra su ex marido, un cuate que vende medicina para animales aquí en Celaya, a fin de que la Iglesia católica le permita vestir de blanco y casarse ante el altar con el Presidente de la República, lo que sería el fin de sus días excomulgados.
Vida pública son las borracheras de las hijas de Bush. O los afanes de un grupo de zacatecanos del Sur, gente de Tepechi, de Apozol y sabe usted que de Jalpa también, que intenta recuperar el control del Partido Revolucionario Institucional en el estado. Estos, que a sí mismos se llaman “los bárbaros del Sur”, en alusión a los neopanistas de los ochentas que, con Luis H. Alvarez a la cabeza, asaltaron la dirigencia del PAN a nivel nacional, se reúnen por estos días, apresuran acuerdos, sisean instrucciones, hacen política en los cafés de la capital, un ciudad que es un lujo del mundo.
Vida pública es que Ramiro Chávez cambie el menú de su restaurante aquí en Jalpa, cómo no. Porque todo lo que perturba, atrae, interesa, afecta, y, ¡claro!, aquello que inclusive pone en riesgo a la comunidad, es asunto público. El precio del tomate, no se discute, es cosa pública; lo mismo que los impuestos, la tarifa del taxi y la sobriedad del educador, que sirve como pastor y ejemplo para la infancia. Claro que las concesiones de obras y cuánta gasta en gasolina y comidas el honorable ayuntamiento al mes es asunto de esta naturaleza.
Y lo público, según los principios de la democracia, debe someterse a discusión. Lo que nos interesa a una mayoría debe hablarse, siempre; debe estar sujeto a revisión, a alegato; sea en la casa o en el pueblo. Las opiniones no pueden cancelarse, jamás, porque eso atenta contra la esencia del hombre, que es un ser libre, a quien el cuerpo y la razón lo impulsan al movimiento, sin importar cuál sea su raza, su idioma y su lugar en la tierra.
Lo público es de todos. Es una responsabilidad compartida. No vale espetar solo al político la mala conducción de la economía, esa también depende, y mucho más, de si abrimos temprano nuestros negocios y comerciamos con honradez, o a los periodistas porque no le echan suficiente a los políticos. Cada quien, desde quien carga el tanque de gas o el que espera su hora en la cárcel, tiene algo que hacer a favor de su país; tiene la libertad de elegir así, por el bien general, por su bien propio.
Asunto público somos todos, pues. Porque si, es un ejemplo, chocamos contra una propiedad ajena nuestro carromato, si atropellamos un pollo y rompemos una maceta sabemos que desde ese instante nos convertimos en noticia, en impacto informativo, en imán de atenciones… o reclamos.
Conducir nuestras vidas con la prudencia del experimentado cochero, atentos a los señalamientos y las torceduras del camino, propiciará que vayamos más rápido, mejor, sin angustias, a nuestro destino.
De allí que para mejorar la salud comunitaria, propongo discutir. ¿Se llevan con pericia las riendas de la administración estatal? A mi juicio, el carretón cruje mucho y el avance se contempla más bien lento.

Francisco Barradas es periodista
Publicado en Siglo 21 de Jalpa, edición 160, 19 de junio de 2004

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